La palabra LENCERÍA es en sí misma, una palabra refinada y distinguida. El término es genérico y se refiere a cierto tipo de ropa de cama, baño y ropa interior,
Originalmente significaba conjunto de lienzos.
La lencería se caracterizaba por tener tejidos suaves, finos y elegantes. Normalmente bordados y con sutiles encajes.
Actualmente, la utilizamos de forma habitual para referirnos a la ropa interior femenina.
Pero también a partir de la década de los noventa, comenzó a aplicarse a la masculina.
La diferencia entre lo que hoy denominamos lencería, ropa interior y corsetería es casi inexistente. Su función es la misma, aunque no así en su origen.
La ropa interior fue diseñada para proteger la ropa de uso externo de contraer suciedad que puedan derivar de secreciones y descargas corporales.
De igual modo, se pretendía aportar calidez al cuerpo, por lo que se confeccionaba con materiales textiles térmicos.
Tendríamos que remontarnos a las antiguas civilizaciones de Egipto y Grecia, para observar en sus pinturas de algunos sepulcros el uso de estas prendas, donde su función era totalmente funcional.
Observamos a los faraones utilizando calcetines para protegerse de la arena.
De igual modo, podemos apreciar en pinturas de vasijas griegas, atletas femeninas con los pechos atados con correas.
Según las historia, el uso del primer SOSTÉN, data del año 4.500 antes de Cristo en Creta.
Ya en nuestra historia contemporánea, algunos historiadores atribuyen la creación de nuestro actual sujetador a Hermine Cadolle, francesa que en 1889, dividió el corsé en dos partes.
Como anécdota, cuando Estados Unidos entró en la Primera Guerra Mundial, se pidió a las norteamericanas que donaran sus corsés.
Con las varillas que extrajeron (28.000 toneladas de metal), construyeron dos naves de guerra.